El otro día
visitamos el Canódromo de la Meridiana, un edificio de Antonio Bonet Castellana
del año 1961, que actualmente ha
cambiado su uso y ha sido convertido en museo. O esa era la intención, porque
en realidad ahora no tiene ningún uso concreto. Se trata de un edificio singular y único. En
Sant Carles de la Ràpita también tenemos un edificio singular, L’Esglesia Nova,
uno de los edificios neoclásicos que nos dejó en herencia Carlos III.
Lo llamamos “Església”
por llamarlo de alguna manera pero hay historiadores que consideran que no era
un edificio religioso sino más bien de aire militar, ya que fue la armada quien
eligió ponerlo ahí y los ingenieros que lo diseñaron eran ingenieros militares.
Además la planta no coincide con la de ninguna iglesia de esa época pero sí
tiene similitudes con edificios militares. Hay teorías que dicen que en vez de
una iglesia son tres edificios en uno: el acceso principal es la entrada de la iglesia,
el acceso sur podría ser de un edificio con función administrativa, como de
ayuntamiento pero para un campamento militar al que suponemos que estaba vinculado.
El acceso norte, mucho más discreto, seguramente sería de ámbito más privado,
como de Sacristía o habitaciones privadas de las personas vinculadas a la
iglesia. Nunca se acabó de construir por la muerte de Carlos III y los problemas
económicos de esa época.
Hasta hace unos
años era donde se refugiaban las caravanas de gitanos nómadas y un sitio de
juegos de los niños del pueblo.
Imagen aérea de la situación |
Hace un par de años una nave espacial aterrizó encima del edificio y... qué va, es coña. Pero hicieron una reforma horrorosa.
Reforma actual, con la nave espacial encima. |