Cuando
fuimos a Parallel, vimos los teatros que
hasta los años setenta fueron el centro de la vida bohemia, donde habían
cabarets y otros tipos de bailes. De hecho, algunos lo llaman “la calle del
teatro de Europa” porque hay una concentración tan grande de teatros aquí. Hoy,
todavía existe uno de los más famosos: El Molino. Durante el tiempo de
franquismo, fue renombrado en castellano a El Molino porque la palabra “rojo”
se quitan.
Del
original teatro, sólo lo que han conservado es una fachado de Raspall, un
arquitecto modernista. La tercera plante del teatro tiene una terraza y un bar.
En
contraste, el Teatro Nacional, situado en la Avenida Pennsylvania en Washington
D.C. es muy cerca del capital y la Casa Blanca y no tiene tanta fama de
cabaret. El edificio que está usado hoy en día fue construido en el año 1923.
Aunque se llama el Teatro Nacional, de hecho está fundado por un ONG. Aquí,
todavía se usan las fundaciones de piedra y ladrillo que fueron parte del
edificio original en 1835. Hoy este teatro también se usa para discursos,
conciertos, seminarios, y recepciones, algo que no se comparte con El Molino.
Los dos
teatros han sido reconstruido en este siglo. De hecho, El Molino tuvo una renovación
en 2006-2010. El arte de teatro es un parte integral de cualquier país y aunque
no es tan popular hoy en día, todavía refleja cosas muy importantes sobre la
cultura y los individuos.