dilluns, 20 de maig del 2013

Roma_Gràcia

Vias rectilíneas abiertas por los Papas del Renacimiento, remarcadas en rojo sobre el Plano de Roma de Nolli de 1748 (entre paréntesis los nombres actuales si han cambiado)
1. Borgo Nuovo (desaparecida por la Via della Conciliazione); 2.Via Lungara; 3.Via Paola; 4. Vía dei Banchi (del Banco di Santo Spirito); 5. Vía di Panico; 6. Via Giulia;  7. Via Pettinari; 8. Via Lungaretta; 9.Via Trinitatis (di Monte Brianzo-del Clementino-della Fontana di Borghese-Condotti);  10. Via Leonina (di Ripetta); 11. Via Clementina (del Babuino); 12. Via Lata (del Corso); 13. Via Felice, tramo 1 (Sistina-delle Quatro Fontane-Agostino Depretis); 14. Via Pía (Quirinale-XX Settembre); 15.Via Panisperna; 16.Via de San Giovanni Laterano; 17. Via Merulana; 18. Via Felice, tramo 2 (Carlo Alberto-Piazza Vittorio Emanuele II-Conte Verde- Santa Croce in Gerusalemme)


“Es el rompecabezas encajado”. Quizá ésta fue la frase que define mejor el barrio de Gràcia y también la que inmediatamente me hizo venir a la mente la ciudad de Roma de la Contrarreforma. Ésa ciudad que quería convertirse en capital de una religión y que, para eso, se propuso crear una Seconda Roma a base de Sventramentos. Todo para enderezar ése revoltijo de accidentes que había dejado el paso del tiempo.
Al descubrir la antigua Vila a través de ésa definición se me pasó por la mente que el actual barrio podría ser la antítesis de lo ocurrido en la ciudad italiana. Donde el crecimiento desordenado debió ser rectificado a base de lo que algunos podrían llamar los primeros pasos del City Marketing. El barrio barcelonés fue el crecimiento ordenado, intuitivo, el del sentido común y el acuerdo implícito. El rectificado cada día, opuesto al rectificado de golpe, al de las plazas espectáculo y las siete basílicas. Gràcia se mostraba pues, como el crecimiento consciente de él mismo.
Al final los dos consiguen algo parecido: dotar de sentido a la estructura urbana que se acaba habitando. Aunque los métodos y el proceso difieran tanto, creo que los dos son grandiosos ejemplos de cómo, a pesar de las diferencias temporales, las estructuras urbanas acaban siendo un reflejo de las comunidades que las habitan.