Lisboa es una ciudad muy particular. Es una capital a una escala muy
propia, situada en un extremo de Europa, frente al Atlántico y, por
consiguiente, con una relación con el mar muy estrecha. Históricamente probado pues
fuimos de los primeros a buscar nuevos mundos por mar. Se dice que es la ciudad blanca. Quizás por su
piedra caliza en los edificios o en el pavimento, construido por pequeños
bloques de piedra formando la calçada
à portuguesa, o mismo pela enorme cantidad de luz reflejada por el ancho rio
Tajo que abraza la ciudad.
Conocida como la ciudad de las 7 colinas por su topografía singular,
conjuga diferentes tejidos urbanos a través del tiempo. Una parte medieval como
Alfama, con un castillo, otra parte
de la ciudad que fue reconstruida después del terremoto de 1755, de acuerdo con
un pensamiento más progresista y también otras extensiones de la ciudad,
especialmente desde el siglo XIX que se extiende en la forma de mano. Lisboa tiene
una luz muy especial, conjuga la plaza romántica o el edificio en ruinas con
nueva arquitectura.