Una de las
cosas que más disfruté de la visita a Gràcia fue el descubrir el origen y la
manera como el barrio había ido creciendo, y seguía haciéndolo a lo largo del
tiempo. Te das cuenta que te has estado perdiendo muchas cosas de un sitio que
crees conocer mejor que nadie. Y me llamó especialmente la atención la
convivencia actual de edificaciones de muy distintas épocas. Algo tan llamativo
no había reclamado nunca mi atención hasta el momento, o por lo menos no lo
suficiente como para hacerme plantear a qué se debían situaciones tan curiosas
como la de la Plaça del Sol.
Un edificio de dos plantas con uno de 6 a su lado, que a su vez comparte medianera con uno de 3 y así con relativa normalidad. De
repente me pareció ser conocedor, solo por el echo de levantar la vista y
observar, algo realmente bonito de Barcelona. Evidentemente, a partir de ese día siempre
que me dejo caer por Gràcia voy andando con la vista levantada, mirando los
edificios recontando el cielo e imaginando a que tiempo pertenecen. Y una sensación
parecida me sucedió el otro día paseando por un antiguo barrio de la antigua
clase industrial de Sant Cugat. Construcciones seguro de muy distintos momentos uno al lado del otro,
con muy distintas alturas e incluso distintas líneas de fachada! Esto lo he
visto en algún sitio! Y por un momento la Villa de Gràcia pasó por mi cabeza
sin tener que cruzar la montaña.