dilluns, 3 de juny del 2013

Collserola - Reserva del Ebro (V)

Barcelona se sitúa en un pequeño valle limitado por dos ríos, el mar y una sierra con abundante vida vegetal. Dicha sierra se ha conservado y sigue existiendo por la complicación que entraña construir en ella ya que, en la vertiente de la montaña que da a Barcelona, las pendientes son muy pronunciadas. Una iniciativa reciente trata de domesticar esos montes conservando su alma de naturaleza salvaje, básicamente se trata de transformar la montaña en un parque salvaje a partir de pequeñas actuaciones.

Zaragoza se sitúa en un valle mucho más amplio, por cuyo centro pasa el Ebro. La aproximación de la ciudad hasta las montañas todavía no supone un límite para el crecimiento urbano, y aunque hay algunas actuaciones recientes, se parecen más a la forma en que Barcelona se enfrenta al delta del Llobregat, un humedal algo alejado. Paradógicamente el entorno natural más semejante son precisamente las zonas húmedas e inundables del entorno del río Ebro, y las actuaciones que se han venido realizando tienen un paralelismo evidente.

El río a lo largo de su historia ha cambiado el curso de su cauce en múltiples ocasiones, sin embargo las aguas subterráneas no tienden a ir justo por debajo del cauce principal, sino que ocupan una zona mucho más amplia. Aquellos lugares que antiguamente eran lecho del río, hoy acogen una exuberancia vegetal y de vida salvaje que contrasta fuertemente con la aridez del entorno. El área inundable más cercana a Zaragoza fue colonizada, Fuentes de Ebro Viejo (ver mapas en mi primer post) se considera hoy parte del centro urbano (como els Tres Turons lo son de Barcelona), pero en 1991 se declararó reserva natural a los galachos que flanquean la ciudad. Estoy hablando de la llamada Reserva Natural Dirigida de los Sotos y Galachos del Ebro.


Desde entonces se vienen realizando actuaciones mínimas de domesticación de esos parajes, pero tratando de mantener el hábitat inalterado. Dejando de lado la gran diversidad de fauna y flora (que ya está en la wikipedia), lo interesante es el paralelismo en las intervenciones, por ejemplo en el galacho de Juslibol, hay un camino mínimo para el acceso, un centro de interpretación con información para visitas guiadas, un comedor al aire libre, casetas para la observación de las aves y la fauna en general, señalizaciones y placas informativas... Todo ello complementado con servicios de mantenimiento y jardinería, y actividades de repoblación con voluntariado. Este galacho es el más reciente, ya que fue creado por una riada en los años 60, antes por ahí pasaba el río, ahora hay acuíferos. El galacho de la Alfranca es mucho mayor y más antigüo, pero al estar más alejado no está tan bien equipado, aunque se realizan el mismo tipo de actuaciones.

Todo esto se vino haciendo muy poco a poco hasta el año 2008. En ese año Zaragoza fue la sede de una expo internacional dedicada al agua, y entre otras cosas se invirtió mucho en revitalizar y comunicar las distintas partes de la reserva natural. En el meandro de Ranillas se transformó el uso agrícola en un gran parque (el mayor de la ciudad) alternativo en su concepción. Básicamente es una secuencia de los distintos entornos naturales que se pueden encontrar en la zona, recorrido por una red de caminos, canales y acequias, y rodeado por el entorno ribereño salvaje preexistente. Este parque se ha convertido en el centro de un sistema lineal de espacios verdes que desde los galachos de Juslibol atraviesa la ciudad de este a oeste, por la orilla del río pasando incluso bajo los puentes, conectando con distintos parques preexistentes y buscando llegar hasta el galacho de la Alfranca (objetivo sin cumplir por falta de presupuesto, pero que sigue en marcha).

En definitiva entornos naturales que se incorporan a la ciudad sin perder su esencia a través de actuaciones de paisajismo.