Debo reconocer que la primera visita de caminar por
Barcelona, en Montjuïc en la que ya había estado muchas veces andando, o en
bici, me pareció una de las más interesantes que hemos hecho. Creo que se nota
cuando explica alguien que ha estudiado tan bien el tema.
Volviendo a mi ciudad pensé con que podría comparar una
montaña como Montjuïc, y rápidamente me vinieron a la cabeza las ermitas. Están
situadas en el “Cerro de la Cárcel” y desde el 1703 empieza a vivir un grupo de
ermitaños que se encontraban repartidos por Sierra Morena y se congregaron allí
para dar servicio a los pobres y necesitados.
Tiene unas vistas increíbles al valle del Guadalquivir y su
paso por la ciudad de Córdoba. Es por eso que recibe muchísimas visitas y es el
final o inicio de excursiones, rutas en bici y paseos.
Con las desamortizaciones de principios del s:XIX los
ermitaños son expulsados, hasta que en 1945 consiguen comprar las tierras de
nuevo, no se sabe con qué dinero…
A diferencia de la montaña de Montjuïc que necesitas días y
días para recorrerla y ver todas las cosas que se sitúan en ella, en las
ermitas hay tres cosas que llaman la atención. Las ermitas, donde ya no vive ningún
monje ermitaño, el último murió en 1957. El sillón de piedra que mandó construir
el obispo Pedro Antonio de Trevilla en el borde del mirador. Y el sagrado
corazón de Jesús realizado en 1929 por Lorenzo Coullaut que es el único punto
luminoso de la Sierra por la noche.
Hay algo que todos los que vayáis allí teneis que hacer,
primero sentaros en el sillón y meter el dedo en un agujero que hay en el
asiento. Se dice que quien lo hace se casa….haha
Y lo segundo es leer una inscripción que te pone un poco la
piel de gallina pero te hace reflexionar un montón!