En tiempos de los romanos la colonia Barcino se erigió en el
plano de Barcelona estructurada a partir
de dos ejes que se cruzan en el foro: centro administrativo, religioso y político
de la ciudad, y siglos después Sant Cugat del Vallès también se articulará también en
torno a un centro de poder y cultura.
Existen
referencias del siglo IV de una fortaleza romana en tierras santcugatencas, una posición estratégica respecto a las vías de comunicación entre Egara/Terrassa
y Barcino/Barcelona. Pero los orígenes de este poblado distan del siglo
IX con la construcción del monasterio; la ciudad se edificará en torno al camino hacia el monasterio.
El
monasterio se anexionó a una iglesia construida
en el siglo V que rendía culto al mártir San Cucuphas: un africano que vino a Barcino a predicar la fe cristiana y según la tradición muere
en la fortaleza romana de estas tierras.
Finalmente en el siglo XII Sant Cugat obtiene la concesión real de poder celebrar feria y un mercado semanal. Por lo que la villa se asienta.
El
monasterio vivió épocas de apogeo en el siglo X ampliando sus dominios y zonas de
influencia. El bajo Medievo significo la decadencia socioeconómica y en el
siglo XIII el progreso de la agricultura y la incipiente revolución industrial
le devuelve algo de esa prosperidad a la ciudad. Iniciará el siglo XVIII con 400
habitantes y lo acabará con 1000.
El monasterio quedará abandonado fruto de las leyes de desamortización del siglo XIX hasta 1851 cuando comienza
su restauración.