Aunque algo había oído sobre este edificio, nunca antes había estado, y no me dejó indiferente. Siempre me he interesado por las arquitecturas que experimentan tanto con la idea de vida que hay detrás (en el caso de vivienda), como con las limitaciones del espacio. El volumen vacío se puede definir de muchas maneras, generando así determinados espacios que responden a un concepto de arquitectura.
En el caso de Walden7, es un edificio que casi roza la utopía. Detrás de él se esconden varios conceptos, unos más logrados que otros en mi opinión. Por un lado está el del edificio como respuesta a escala urbana: ciudad y sistema de vida son para ellos, sinónimos. A la vez que se hace la ciudad, se hace la vida de la gente que vivirá en ella. Esto se traduce en este caso, en la creación de una serie de sistemas de pasillos a modo de calles, que ligan y hacen interactuar a los habitantes, creando un micro pueblo.
Por otro lado el Walden7 se preocupa por cuestiones de menor escala, que se dan entre los espacios privados de cada vivienda. Esto viene a ser una preocupación por incorporar la función del estar a otras funciones más limitadas, es decir que el concepto de estar invade a todas las estancias.
Percatándome del primero de los objetivos del Walden7, el de su particular manera de crear espacio público y vincular los habitantes, me ha venido a la cabeza el famoso y polémico edificio de Alison y Peter Smithson de finales de los 60, el cual fue defendido como una reinvención de la vivienda social, un intento de materializar el concepto de “calles en el cielo” con los largos pasillos en altura realizados dentro de los bloques de hormigón. Igual que en el Walden, los "pasillos-calles" juegan un papel clave, aunque los Smithson fueron menos afortunados en su propuesta: Robin Hood Gardens ha sido catalogado como “planificación inhumana” o “cloaca social” por sus detractores, desde el momento en que comenzó a ser habitado no dejaron de surgir problemas relacionados con la habitabilidad de las viviendas, además de la marginalidad y delincuencia que se esconde en sus recovecos.
Con todo esto en mente ya en la visita al Walden7, me gustó oír decir a la mujer que nos hacía la visita guiada, que a pesar de algún pequeño mal entendido entre vecinos, en general se respira muy buen ambiente y la gente se siente parte de una gran familia.