Mahón es una ciudad muy pequeña, aun siendo la capital de Menorca. A parte de su centro histórico, la ciudad sólo ha experimentado una ampliación colonial durante el siglo XVIII y una pequeña periferia industrial y otra de vivienda de baja densidad, que ya he comentado en posts anteriores. Sin embargo, cada año visitan a ciudad alrededor de un millón y medio de personas. Su estancia transcurre entre la tierra firme y a bordo de algún crucero que escale en el puerto. Estos grandes buques equivalen a microciudades con multitud de habitaciones como pequeñas celdas y todos los servicios y espacios comunes en su interior. Como una gran máquina de habitar.
Le
Corbusier, en vers une architecture
ya expresaba su admiración por el modo de vida que se establecía en los transatlánticos
diseñados para habitar de forma colectiva. El Walden de Bofill es como un gran
transatlántico pensado para intensificar las relaciones entre los ciudadanos
más allá de la casa. “Se trata de llegar a definir todo un modo de vida
actualizado. Hacer toda la redefinición de los problemas de la vida cotidiana”.