En diversas excavaciones realizadas en el subsuelo de la
catedral de Santiago de Compostela aparecieron restos del siglo I, lo que indica que estas tierras
estuvieron habitadas por lo menos desde la edad romana. Y es que el origen de la ciudad, como Barcelona, se remonta a la prehistoria.
La historia de Santiago esta ligada
al descubrimiento del sepulcro del Apostol Santiago El Mayor a principios del
siglo. Este hecho convirtió a
Santiago en un lugar aglutinador del cristianismo.
Dado el auge que estaba cobrando, la ciudad fue
destruida en una incursión árabe por Almanzor en el año 997, el cual sólo
respetó el sepulcro del apóstol. Al volver los habitantes comenzó la
reconstrucción y, a mediados del siglo XI,
el obispo Cresconio dotó a la ciudad de un recinto de fosos y una nueva muralla,
sobre el antiguo anillo de empalizadas para proteger los nuevos barrios que
habían surgido alrededor del Locus. Además, reivindicó para ella la condición de Sede
Apostólica.
Ciudad amurallada, como Barcelona
Las peregrinaciones continúan en expansión y, en 1075,
se inicia la construcción de la actual catedral de estilo románico que termina
en 1211.
A su alrededor se comienza a estructurar la ciudad. La
nobleza y las principales órdenes eclesiásticas se asientan y, junto con Roma y
Jerusalén, Santiago se convierte en uno de los centros de peregrinación más
importantes de Occidente.
Vista actual de la catedral
En la Edad Media, las diversas autoridades tenían control
sobre la mayor parte de las tierras del litoral, sucediéndose las diversas
luchas entre la nobleza, clero y reino. A principios del XVI, se crea la
Universidad por el Arzobispo Fonseca, impulsando definitivamente la cultura de
la ciudad. En siglos posteriores, la reforma protestante y las diversas guerras
y pestes provocan un descenso en las peregrinaciones.
Al igual que en Barcelona, actualmente en el casco histórico es donde se concentra la actividad turística y nocturna; y es donde coinciden santiagueses, estudiantes y turistas.